Caries, ¿por qué no esperar a que duela?

La caries es una enfermedad bucal de desarrollo progresivo, que comienza siendo asintomática en las primeras fases cuando afecta a la capa más superficial del diente (esmalte). A medida que profundiza, es posible que comience alguna sintomatología, como sensibilidad al frío, al calor o a los dulces. Algunas lesiones son visibles a simple vista, mediante un cambio de color del esmalte, la aparición de manchas blancas o marrones sobre las superficies de los dientes o de cavidades cuando ya se ha destruido buena cantidad del tejido dentario. Estos signos nos informan de la presencia y evolución de la caries.

Es posible que la caries se extienda a la pieza contigua y sea necesario restaurar las dos. Además, este tipo de caries, denominadas interproximales, tienen un diagnóstico más difícil en fases incipientes lo que lleva a una mayor destrucción coronaria. Si no se trata la caries a tiempo, ésta seguirá su curso hasta llegar a pulpa, momento en el que el diente comienza a doler, en ocasiones con los estímulos y posteriormente dolor de manera espontánea.

Cuando las caries no se tratan a tiempo pueden desarrollarse infecciones, con la posible aparición de un flemón. En estos casos no será suficiente con realizar un empaste, sino que será necesario llevar a cabo una endodoncia. En determinadas ocasiones en las que la destrucción del diente sea tan grande que no sea viable reconstruirlo, extraer el diente termina siendo la única opción.

Son vitales las revisiones periódicas al dentista con el fin de que sea capaz de detectar estas lesiones en su fase primera y así evitar las posibles consecuencias que podrían acarrear con el tiempo.